Despertarse y saber que las vacaciones se acabaron, es como volver a nacer. Las fiestas decembrinas, entre las luces de colores y la pachanga familiar, dejan el recuerdo de una época de relax. Despertase y saber que las vacaciones se acabaron, implica cambiar el chip de nuestro cuerpo: es hora de trabajar y estudiar. Y leer. Retomar el hábito de la lectura para quienes lo olvidaron en un rincón de la casa, para quienes decidieron ponerlo en pausa mientras bailaban Los 50 de Joselito, para quienes se sentaron con un libro en el regazo y lo tuvieron que dejar por la llamada familiar del tamal con chocolate.

Lo primero que hay que hacer, es elegir un libro. El que más te guste, el que más te llame la atención. La idea es comenzar suave, con una obra que no te exija demasiado, que te permita adentrarte con sutileza en las caricias de las palabras. Pero eso sí, que te demande tiempo, ¿por qué? Sabrás que el libro te genera la suficiente curiosidad para sentarte minutos y hasta horas a fijar tu concentración.
¿Ya lo elegiste? Ahora busca un sitio. ¿Qué lugar te inspira a leer? Para mí, el espacio es mi cuarto, entre los algodones de mi cama. Aunque… para muchos sería la llamada de Morfeo. Si el colchón te genera sueño, la recomendación es una silla. El lugar lo eliges tú. La mesa del comedor, un escritorio. También puedes salir de casa y aprovechar las vibras culturales de un café bien parchado, el aire libre de un parque, la energía librística de una biblioteca. Los límites los pones tú. Eso sí, escoge el espacio que más te anime a adentrarte en la historia.
Como plus, crea la ambientación. Conozco lectores quienes disfrutan las velas aromáticas. El olor a pie de manzana, a malvavisco casero, a bizcocho de fresa. Algunos pueden leer con música de fondo, eligiendo la banda sonora precisa a la lectura. Para otros el secreto es el silencio absoluto. Shhh. Como cada libro es un mundo, cada lector también.
Viene la parte más difícil. La concentración y la constancia. Paso número uno en medio de la sociedad de la tecnología: silenciar el celular y, en lo posible, apartarlo. Este es uno de los más grandes (si no el mayor) distractor del siglo XXI. ¿Ya lo dejaste a un lado? Ahora elimina las demás distracciones. Para mayor atención, elige una hora del día en la que tu mente pueda despejarse. Mañana, tarde o noche. Da igual. Cada uno tiene sus tiempos y ritmos. Y ahí entra la constancia. Me gusta pensar que así como hacer ejercicio es un hábito saludable, la lectura también. Ponte una meta. No tiene que ser gigante, lo que no implica que no sea significativa. ¿Quién dijo que para ser buenos lectores hay que leer cien páginas diarias y leer tres horas al día? Si te cuesta, inicia por número bajos. ¿Qué tal diez páginas o veinte minutos diarios? Ya sabes: los límites los pones tú.
Leer no debe ser un sacrificio. Como el Cine y la Música, la Literatura es un arte para disfrutar. Vuelve de tus vacaciones paso a paso. Retoma la lectura a tu propia medida.