
Por: anónimo
«No dañamos la ciudad, solo le damos un nuevo color» (créditos a quien corresponda). Leí esta frase en un grafiti mientras andaba por la estación de transporte público y recordé la conversación que días antes había tenido con Jim Pluk, quien contó que su inspiración nació de una palabra que se veía constantemente grafiteada cuando él caminaba por las calles de Bucaramanga en los años ochenta: «Lea». Para Jaime Sanabria Galvis, conocido artísticamente como Jim Pluk, un referente no tiene que ser alguien que necesariamente realice virtuosismo o realismo; es suficiente lo que hacía, por ejemplo, Ladislao Gutiérrez con el grafiti «Lea», considerado un pionero de este arte al usarlo para promover la lectura y hoy nombrado por ser quien inspiró a Jim Pluk, desde muy pequeño, a interesarse por los trazos. Para el ilustrador, autor y muralista colombiano bastó una repetitiva palabra escrita en los espacios públicos para darse cuenta de que en el contexto urbano los pequeños detalles cuentan grandes historias y representan campañas con mensajes tan profundos como el de Ladislao.
Ese entonces niño inspirado por el arte urbano lleva alrededor de veinte años trabajando en el medio artístico. Ha recorrido el mundo con exposiciones individuales de pintura y dibujo en Argentina, España, Francia, Alemania, México, Italia y Colombia. Como quien hace un collage, su estilo tiene influencias de la estética japonesa, los pictogramas ancestrales y el arte naíf, fusión que le apunta a un arte más directo, al grano. Un artista visual ―cuya base es el dibujo que le ha apasionado desde niño― que demuestra que, para él, hacer arte urbano es como tener un lienzo más grande para dibujar: la ciudad.
Quizás su historia sea poco conocida, pero los murales de Jim Pluk son muy recurrentes en Bucaramanga y el área metropolitana. Después de descubrirlo, será fácil identificar en las calles que ese mural apoyando causas animalistas con el mensaje de «Adopta, no compres» es de su autoría. Su voz contundente contra la corrupción y el abuso policial también se aprecia en el contexto urbano, así como los homenajes (por ejemplo el mural que realizó sobre Ladislao) y hasta los temas paranormales.
«Cuando el arte no comunica historias o no cuestiona, siento que se vuelve decorativo». En ocasiones, para que los artistas puedan participar en convocatorias deben restringirse a lo que institucionalmente se quiere mostrar de la ciudad: lo bonito, la flora, la fauna, lo que a nivel regional destaca, pero… ¿acaso esto no puede llegar a ser limitante? La falta de libertad desde la institucionalidad condiciona la expresión. Además de mostrar lo bonito, también hay que plasmar en las calles otros mensajes poderosos. El arte, incluyendo el urbano, no nace para complacer.
Y menos para confundir. Hay marcadas diferencias entre el grafiti y el muralismo. Este último es una manifestación del arte urbano que se tiende a considerar como la parte legal, por ello siendo más recurrente en la ciudad: en el muralismo hay una inclinación a caracterizar y representar personajes, flora, fauna, retratos. En el otro extremo se encuentra el grafiti, para el cual es más frecuente escuchar que se le asocian palabras como ilegal o vandalismo, pero que se diferencia artísticamente del mural porque son letras en diferentes estilos, tamaños y técnicas, más que todo firmas (tags). Jim Pluk fusiona ambos. Sus raíces están en el grafiti: le gusta su naturaleza ilegal y esa adrenalina que implica pintar en la calle sin permiso. Sus productos artísticos tienden a estar más ligados al mural para comunicar lo que tanto defiende, «Cuidado con la policía, mijo».
Incluso, en el mundo de los tags no se busca agradar a nadie y son muchos los grafiteros que podrían no considerarse a sí mismos artistas. «Yo estuve aquí antes que usted», es lo que cuentan esas firmas cargadas de rivalidad en el contexto de la calle. Menciona Jim Pluk que el grafiti se vuelve una competencia por quién tiene más lugares marcados, lo cual le parece admirable: ¡la inversión en pinturas, aerosoles y otros materiales no es barata! Grafiti o muralismo, es digno de destacar por la implicación que tiene la exposición en las calles. Él personalmente asimila a la ciudad como su lienzo para dibujar libremente.
«Pintar en la calle es impredecible». Estas consideraciones no significan que todo aquel que realice muralismo está ejerciendo legalmente su arte. El artista recuerda que en ocasiones ha tenido encuentros con tombos que amenazan con quitarle sus materiales o imponerle una multa, a lo que él de manera respetuosa decide detener su intervención artística.
Atesora en su corazón una experiencia en la que se borró la línea invisible que separaba las diferencias, pues en el marco de las protestas del paro nacional (2021) los artistas se unieron para enviar mensajes y crear grandes obras. Para Jim Pluk esto marcó un antes y un después en el arte urbano, porque demostró cómo con las manifestaciones artísticas puede hablarse colectivamente de lo que pasa en las calles, en la ciudad y en el país.
Y es que no existe una marcada distinción entre cómo la gente percibe el arte urbano de una ciudad a otra. En general, Colombia es un país que socialmente no ha logrado aceptar las diferencias, la libertad de expresión se queda en el papel, allí en el artículo veinte de la Constitución. Quienes consideran al arte urbano como un acto vandálico, aunque se encuentren con un mensaje con trasfondo positivo, seguirán pensando que es malo, al punto de no considerarlo arte. Otros verán los murales con la firma de Jim Pluk, lo buscarán en redes sociales (principalmente Instagram), seguirán su trabajo y hasta le enviarán fotos reportando que se toparon con una de sus obras en algún rinconcito de la ciudad.
Camine y reconozca el arte con sello Jim Pluk en las calles que transita. Pero, además, piense: ¿qué mensajes envían los artistas urbanos?, ¿cuántas manifestaciones gráficas se aprecian en el diario vivir? Ojalá después de leer esto puedan ser menos ignoradas.