Por: Tita Katherine Otero González
El fútbol hace parte de la cultura que nos une. Los bumangueses nos hemos identificado en la ardua lucha por ver al Atlético Bucaramanga bambolearse entre triunfos y muchas derrotas. ¡Las cosas como son!
Pero ahí vamos, sufriendo tras la pantalla y en el estadio Alfonso López Pumarejo, recién nombrado José Américo Montanini, que pasó del River Plate a ser contratado en 1956 por el bucaramanguita para volverse su gran goleador. Este nombre para muchos genera arraigo y memorias de grandes épocas. ¿Acaso qué hizo el expresidente Alfonso López Pumarejo por el fútbol santandereano? Sin embargo, que no se diga lo contrario por el deporte en Colombia.
La hinchada Auriverde vio a su querido Atlético Bucaramanga en una final de la ahora llamada BetPlay Dimayor solo en 1997, cuando jugó contra el América de Cali. No ganamos, pero obtuvimos un cupo a la Copa Libertadores. Mi abuelo es caleño, pero le va al Deportivo Cali, por lo que no tuvo que pelearse con mi abuela por una de esas barreras más fuertes que la religión y la política: el fútbol. Así que bueno, sí hace parte de la cultura que nos une, pero también que nos desune. La violencia entre hinchadas es innegable. Por eso, qué belleza ver en la primera final de la BetPlay 2024 a mi cuñado ―leopardo de pies a cabeza― caminar abrazado de un partidario del Santa Fe (para morirse de la risa) o a mi concuñado rolo ―exjugador del Santa Fe sacado de su pasión solo por una lesión― con la camisa del AB.
Si bien el marcador y la pujanza están de nuestro favor ―¡gracias Freddy Hinestroza! ―, los nervios santandereanos hacen mella en el espíritu. Solo nos queda apoyar al equipo este sábado 15 de junio en la segunda final: poner una vela, cruzar los dedos, pedirle a los dioses, hacer un rito chamánico y cuanto se pueda por mandarles toda la energía al estilo genkidama.
Manifestemos la primera estrella del Atlético Bucaramanga, el único equipo fundador de la liga ―esos con los que se inició el fútbol profesional colombiano― que no ha ganado una estrella. Desde 1949 esperamos este momento. Parece que de la mano de Dudamel se va a lograr. Piénsese en la ironía asociada al odio migratorio que se ha generado en los últimos años: un exfutbolista y entrenador venezolano nos va a llevar al triunfo. Que esto no sea otra cosa que un pacto de amor y esperanza.
Así que ¡vamos leopardos por la primera estrella este 2024! Que el derroche de fiesta del 8 de junio siga por siempre. Para quienes no hayan escuchado, un comentador de ESPN ―cuyo nombre no recuerdo, lo siento―dijo que la fuerza del estadio era palpable, que se había presenciado una de las mejores entrada ―a nivel mundial― de un equipo. Somos leyenda. Y bueno, de paso alistémonos para apoyar al AB en la Libertadores.